Bienestar y Justicia, son
las palabras que, en resumen, definen las aspiraciones de nuestra gente a esta
hora entrampada para la sociedad venezolana. Estamos todavía comenzado a
recorrer el siglo XXI, sin haber dejado atrás- y sin desconocerlo- al viejo siglo,
al de los conceptos del mundo polarizado en plena Guerra Fría, los conceptos de
Imperialismo y su antítesis, el Antiimperialismo se han redimensionado para
nuestra lucha. En el afán del régimen de justificar su dizque revolución, de
manera miope, insiste en cobrar factura al progreso, de pasarle el hacha a la
autodeterminación de nuestra Venezuela.
Ahora nuestro pueblo se bate
entre el imperio del hampa desatada, de la escases de dignidad, así como de la
corrupción institucionalizada en el cadivismo que no termina de morir. Son una
pequeña muestra del gigantesco enemigo de la venezolanidad.
La discusión en las calles
es directa, la pseudo-revolución atenta directa y constantemente contra nuestra
justicia, confunden el imperio de la ley con el imperio del chantaje y
condicionismo a nuestro propósito de mejores niveles de vida. La utilización
descarada del poder judicial muestra como tarjeta de presentación el poder de
ajusticiamiento de todo lo que al moribundo régimen le pueda estorbar.
El sentimiento de
humillación popular se hace notar sin pena y sin vergüenza, es eso lo que
reclama el ciudadano, no hay coherencia entre ese mencionado “modelo socialista
productivo” y los alarmantes índices económicos: precios de los productos más
altos que el precio de la vida, no se consigue en los anaqueles lo que se
necesita, el bolívar fuerte con las patas flacas y desnutridas, y para colmo
nuestra juventud, que tiene todas las ganas de trabajar, no avizora un futuro
claro para producir el desarrollo que el régimen quiere dejar de enseñar en
nuestras aulas de clase.
Bienestar es lo que
queremos, eso se traduce en el goce y disfrute de la tranquilidad de ir a un
hospital en donde nos proporcionen atención a nuestra salud sin que se tenga
que pegar una carrera a buscar gaza donde no hay, de la tranquilidad de ir a
cualquier abastecimiento y conseguir los pañales y la leche sin hacer una
indignante cola, y como no pensar en la tranquilidad de ir a cualquier oficina del
Estado sin la desconfianza ocasionada por la corrompida ofensiva a nuestra
inteligencia.
Está sobre el tapete la
discusión de los esquemas de la Democracia, el régimen sostiene, con su solido
andamiaje de naipes, que el origen de su poder es democrático, tomando en
cuenta que mediante el sufragio universal, directo y secreto (conquista de los
esputados partidos “tradicionales”) han obtenido el voto de “confianza
popular”, el cual utilizan como cheque en blanco para secuestrar todas nuestras
instituciones. Por otro lado está la otra cara de la Democracia, el ejercicio
de la misma, es decir, la suposición de que este sistema es la respuesta a la tiranía
del poder por el poder, el establecimiento de la gobernabilidad mediante el
reconocimiento de los sectores como fuerzas vivas nacionales.
Este debate devela la
insistente vocación militarista del régimen, permitiendo que personeros tozudos
de nuestras fuerzas armadas ostenten el poder, tergiversando los fines
progresistas de la democracia y disminuyendo deliberadamente el papel
importante que debe jugar el pueblo civil en la orientación de las instituciones
de la republica. No se compagina la militarización de la burocracia estatal con
el pensamiento y la acción civil caracterizada por la relevancia de la Libertad
identificadas estrechamente con la Justicia y el Bienestar.
El ejercicio de la
Democracia o Democracia Material representa la evolución de nuestra sociedad,
la superación de nosotros mismos, con la cual se puede garantizar, en el mejor
sentido de la palabra, la Justicia traducida por el respeto al estado de
Derecho y la despersonalización del poder; y el Bienestar expresado en mejores
condiciones de vida.
El régimen militarista se
reduce seguir provocando y creando cortinas de humo para desmovilizar la Acción
Civil, estamos llamados a organizarnos para combatir el cortoplacismo. La
adversidad no detendrá nuestra lucha, en la medida que más obstáculos imponga
la terquedad del régimen más se alimentara la ambición popular de marchar a la
Venezuela Libre y de los venezolanos.
Juventud, Acción y Democracia.