domingo, 16 de febrero de 2014

La Apología del Hampa

Es extraño como se vienen desarrollando los acontecimientos de la sociedad venezolana, el poder del Gobierno Nacional se concentra en amenazar con cárcel a todo aquel que infringe la ley, el cual es calificado como una especie de delincuente ideológico, con su “ofensiva” contra una guerra económica, que a la larga ha sido provocada por sus propias acciones, de acuerdo a la línea política orientada en la última década el pueblo se sostiene con una soga en el cuello. Si comenzamos por la desbandada ola de confiscaciones en el aparato productivo nacional, podemos percibir que la oportunidad de empleo se ve disminuida inversamente proporcional al punto que el enemigo fantasmal del régimen llamado consumismo continua creciendo a paso de vencedores desde los puertos y contrabandos(de todos los tamaños).

Los controles descontrolados que se plantean desde el ejecutivo terminan abriendo mas el rango de acción del mercado negro, que mientras tanto, es controlado por el hampa (llámese común u organizada) y por micromafias de agentes gobierneros. Por ejemplo: desde que el estado ha nacionalizado la industria, como la del cemento y la cabilla, dichos productos desaparecen del mercado regular y pasan a ser objeto de contrabando, con todo y que se fijan controles de precios para combatir la “inflación inducida” por los factores económicos de la distribución y la venta al publico.

Esta coyuntura ocasiona que se esté importando hasta el modo de caminar de forma irregular, los productos básicos que salían de la mano de obra venezolana se esfumaron, la revolución tecnológica que mueve al resto del mundo nos está comiendo vivos, y no es de extrañarse que nuestro pueblo sienta la necesidad de acercarse a la actualidad que brindan los productos de consumo.

Son las oportunidades de miles de venezolanos, que cada vez se hacen más pobres, las que están en juego en este momento, bajo el secuestro de nuestra industria y el aparataje económico estamos siendo conducidos a la quiebra económica y a la quiebra moral de nuestra sociedad, seguimos observando cómo los pobres se siguen empobreciendo y el acceso a los bienes y servicios básicos se va quedando en las hemerotecas con los periódicos y sus noticias viejas. El valor del Trabajo se tiene que seguir sembrando en el ideario colectivo, pero sin industrias que ofrezcan empleos, que garanticen la estabilidad de nuestra gente, se va a seguir alimentando la posibilidad de que la Juventud venezolana tome atajos en la delincuencia.

Ahora bien, según el imaginario penal del régimen-sacado de manuales neo marxistas de la ortodoxia dialéctica para excusar el fracaso de su visión del sistema- el concepto de delincuencia tiene una connotación ideológica y una relación más política que social, enmarcado esto dentro de la relación amigo-enemigo, es decir, aquel que roba las pertenencias ajenas o atenta contra la integridad física de las personas lo hace por ser “victimas del capitalismo”, por tanto, sus acciones son justificables(son los amigos) mientras que aquel, no identificado con el partido de gobierno, que hace del comercio su forma de vida bajo las limitaciones de nuestra economía y los controles del Estado, es perseguido y reprimido como cualquier criminal que hace de la delincuencia su vida, además es etiquetado como enemigo nacional al cual debe caerle el castigo con “todo el peso de la ley”(se trata del enemigo).

Es así como se erige el hampa en nuestra sociedad, para hacer control y disciplina a la ciudadanía bajo la mirada cómplice de las camarillas de Miraflores controladas por el militarismo, se levanta una forma de gobierno que acumula el poder bajo el costo que sea para mantener el acceso a la olla que representa el dinero de todos los venezolanos. Esta situación siempre alenta el nuevo riquismo derrochador en quienes buscan el poder, debilita las instituciones al verse como un botín de guerra, los grupúsculos de interés se han dejado orientar por la mala intención extranjera, la cual exitosamente, hace que el personalismo institucionalizado termine por traicionar el desarrollo del modelo autóctono venezolanista.

Entonces, urge que el pueblo se organice, que cada sector social asuma su papel protagónico por nuestras reivindicaciones ciudadanas, haciendo de la civilidad un asunto pedagógico en el cual la dirigencia de todo estrato se convierta en maestro popular, para que la visión colectiva permita ver luz al final del túnel de manera de combatir el actual panorama de hampa sociopolítica, y el dogma económico que lejos de conducirnos al progreso nos hunde en un ambiente de miseria globalizada mientras que otros pueblos se auto determinan al desarrollo.

El valor del Trabajo, digno responsable y con libertad necesita ser rescatado, con este se consigue el pan de cada día y se contribuye a forjar tierra de hombres y mujeres libres, trabajemos empeñosamente para olvidar el señuelo de la riqueza fácil y así le restemos terreno al oportunismo de oficio que, como una sanguijuela, se consume egoístamente el futuro de todos los venezolanos.

Juventud, Acción y Democracia



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