lunes, 18 de marzo de 2013

Por la Unidad Nacional

 A modo de referencia histórica, me causa mucha impresión las casualidades en los hechos que determinaron un ciclo muy particular en el desarrollo de la humanidad. Hago referencia a la conocida "Guerra Fría", de la cual el simbolismo del "Muro de Berlín" estuvo en el ojo del huracán hasta el 9 de noviembre de 1989. Este muro fue levantado desde el año de 1961 por la Alemania del Este, aupado por el Partido Socialista Unificado Alemán (PSUA) bajo la autorización del "Buró Político Soviético", estos denominaron la barrera como "Muro de Protección Antifascista" ya que la "Ultraderecha" les espiaba y saboteaba su proceso "Revolucionario". ¡Qué Cosas!

 Ahora, nuestro país pasa por un momento que ciertamente es crítico, pues las instituciones parecen estar solo plasmadas en el papel, letra muerta, algunos venezolanos quieren aprovecharse de la gloria y pena de ciertos personajes nacionales para perpetuarse en la "sinvergüenzura" arropada bajo el poder.

 Este un momento en el que el pueblo venezolano necesita cada vez mas, autoreconocimiento y autorespeto, de modo que nuestras instituciones funcionen realmente bajo el imperio de la ley, que la soberanía resida realmente en el pueblo y que todos los sectores de la sociedad encuentren representación que permita los debates y discusiones de altura para que nuestra República consiga el rumbo al desarrollo y vanguardia continental.

 Es por eso que en este momento histórico, el desarrollo de los acontecimientos hace que los venezolanos nos preguntemos: ¿Hasta dónde nos va a llevar la intolerancia sociopolítica? No es posible que no seamos capaces de lograr un entendimiento nacional en el que a través de las instituciones de la República se logren consensos entre todos los sectores representativos.

 No estamos en condiciones de confrontarnos infructuosamente como tratando de levantar un "Muro de Berlín" en el que los autodenominados "Revolucionarios" y los "Contrarrevolucionarios" nos llevan a un abismo bajo los pretextos de la lucha de clases, que no ha traído nada bueno, pues termina siendo la excusa perfecta para exteriorizar los rencores y resentimientos desmedidos que provocan las inmolaciones sociales.

 Aquellos radicaloides que no quieren reconocer a quienes no profesen su visión de país son una minoría que pretende llevar a los venezolanos a una confrontación directa que no resolverá más que sus resentimientos y frustraciones de las cuales hacen responsables a los demás sin verse en el espejo. No podemos permitir que esta minoría dirija los destinos de esta tierra, es imprescindible e inevitable un Gran Acuerdo de Unidad Nacional en el que la diversidad sociocultural sea reencontrada por la Venezolanidad.

 Se hace cada vez más fuerte la tesis del Policlasismo, en la que las clases sociales y los distintos sectores se reconozcan entre sí, y que por medio de la Democracia Deliberativa y las discusiones consensuales se logren los mejores acuerdos en los que toda la ciudadanía, en el entendido de la gran pluralidad de condiciones y de palancas de desarrollo, se logren criterios de Unidad Nacional.

 Por otra parte, Venezuela no tiene por qué recibir lineamientos de ningún ente extranjero en cuanto políticas y desenvolvimiento institucional, la Unión Soviética pereció hace suficiente tiempo como para apasionarnos por una necrofilia ideológica, y mucho menos para que naciones sanguijuelas se aprovechen de nuestros recursos bajo la mirada cómplice de personeros indolentes antinacionales.

 La era del desconocimiento institucional a la realidad del país está llegando a su fin, la sociedad civil, los partidos políticos, los sindicatos y demás organizaciones sociales están llamadas a establecer un acuerdo venezolanista en el que el imperio de la ley sea el que determine el destino de la República fuera de las idolatrías excesivas y pseudoreligiosas.

 Aquellos que pretendan convertir a Venezuela en una copia de la socialista Alemania Democrática y la Alemania Federal de otrora, están meando fuera del pote. Ahora más que nunca lucharemos Por una Venezuela Libre, Unida y de los Venezolanos. 


Juventud, Acción y Democracia.


lunes, 4 de marzo de 2013

Para el Sector Trabajador Nacional

Siempre he sostenido, y lo seguiré haciendo, que los verdaderos constructores de patria son los trabajadores,  genuinos héroes históricos, que son silenciados por consignas militaristas en las que se jura “Dar la Vida Por la Patria” y etcétera, mientras que a lo largo de nuestra historia republicana los trabajadores, con las fuerzas de las manos y el sudor de la frente han levantado lo que vemos y conocemos en lo ancho del territorio nacional.

Se pueden tomar como referencias históricas del movimiento sindical huelgas célebres que, más que atacar deliberadamente a los patronos, siempre buscaron mejoras y reivindicaciones laborales; la primera huelga de trabajadores se da el 26 de marzo de 1813, cuando trabajadores de la Construcción de Caracas piden aumento salarial; un siglo más tarde se desarrolla la primera huelga moderna, específicamente en marzo de 1914 con los obreros de la Estación Central de Telégrafos de Venezuela, que reclamaban mejoras salariales, haciendo que dicho movimiento se extendiera a Valencia, Rio Rico, Barquisimeto, Maracaibo y Trujillo, lo cual generó una negativa reacción de Gómez, quien ordena la captura de los líderes de la Estación Cumaná y Carúpano, posteriormente el resto de dirigentes de dicho movimiento.

El Gran Sector Trabajador y Obrero Nacional vive su peor momento en la historia de Venezuela, muchos factores influyen en esta condición que en consecuencia llevan a un estancamiento general en nuestra nación. Los planes reivindicativos del sector obrero no pueden envolverse de condicionamientos políticos del gobierno de turno, al darse este evento se desvirtúa la gran masa laboral que hace vida en el territorio nacional.

Contradictoriamente, la abolición de la comisión tripartita, establecida en anteriores legislaciones laborales- en las que se establece posibilidad de discusión de condiciones salariales y productivas nacionales entre el patronato, los trabajadores y el Estado-le ha dado un duro golpe en la cara al movimiento obrero nacional, el cual ha venido perdiendo su esencia reivindicatoria para con las masas laborales venezolanas. Han entregado, directa e indirectamente, el poder de decisión de condiciones salariales y laborales al gran patrón del país, el Estado.

La representatividad sindical obrera tiene una razón de ser, que va más allá de la ignominiosa pugna política para calentar la silla de tal o cual sindicato, para luego vender y hasta regalar el país a quienes hipotecan nuestro futuro. En sus manos descansa la obligación de construir nación con el trabajo como valor patriótico, y que por medio de este promuevan cambios en la organización de la sociedad como verdadera demostración de voluntad de avance.

Los Trabajadores de Venezuela tienen el derecho-y el deber republicano- de establecerse representación, que a su vez sea reconocido como masa social por el resto de sectores nacionales y por el gobierno, que la representación trabajadora tenga más que legitimidad “Revolucionaria”, que posea legitimidad democrática, porque es esa la condición política que dará verdadero desarrollo a la venezolanidad. El fortalecimiento de la Democracia se convierte en el principal objetivo de todos los sectores nacionales.

El concepto del movimiento sindicalista, en cuanto a rango de acción política, ha evolucionado de forma importante en el transcurso de la historia contemporánea venezolana, es decir, en este siglo XXI en desarrollo ya no podemos concebir al movimiento sindical solo como factor de lucha de los obreros en sentido estricto, quienes dan valor al trabajo con su mano de obra, en este gran movimiento, en lo que se refiere a concepto de lucha, también entran los empleados y los profesionales-sean del sector público o privado- aquellos que dan valor al trabajo con su intelecto, ya que también esta última actividad forma parte del esfuerzo creativo humano y por eso conforman una gran masa que esta ávida de mejoras como colectivo.

En el plan de rescate institucional, es la Confederación de Trabajadores de Venezuela la instancia más adecuada desde donde saldrán acciones concretas para la discusión seria de las reivindicaciones salariales necesarias para todo el gran sector asalariado, por tanto, toda la canalización de acciones políticas de la clase dirigente nacional deben encaminarse al fortalecimiento de los trabajadores de Venezuela.

Con la responsabilidad que nos otorga la historia a las nuevas generaciones, viene el gran reto de darle empuje a la masa trabajadora, que por preceptos constitucionales, sociales y políticos, mediante la actividad creadora del trabajo se construye patria (como lo dije hace unos párrafos), se engrandece la nación, se hace pueblo. Sin ánimos de menospreciar al resto de los venezolanos, es este el sector que debería tener un espaldarazo por parte del Estado, sin aires populistas, que todo gobierno tenga la sapiencia de establecer parámetros generales mediante el dialogo, el debate público y la conciliación con dicho sector.

No tiene ningún sentido, ni estratégico, ni de clase, ni mucho menos ideológico entregar el poder decisorio de todos los trabajadores aun gobierno, por muy “Revolucionario” que sea, es sorprendente que después de tantos sacrificios, después de tanta sangre, sudor y lágrimas que costó la construcción de la Confederación de Trabajadores de Venezuela y todos sus conexos sindicalistas, se deje que “el viento” se lleve por delante toda la organización sindical venezolana, sin que la clase dirigente haga algo.

Los partidos políticos tienen el compromiso, con todas sus juventudes, de darle empuje y apoyo organizacional a la clase trabajadora para rescatar a la Confederación de Trabajadores de Venezuela, que posteriormente, mediante esa fuerza institucional de le dé “un parao” a las “sinvergüenzuras” y canalladas de este gobierno antiobrero y antidemocrático. Que con este cuerpo reivindicativo se logren las firmas de los contratos colectivos pendientes, sin intermediarios comisionistas que vendan las reivindicaciones por tres lochas.

Ahora bien, el propio sector trabajador, en el sentido más amplio y unitario, tiene en sus manos la misión de organizarse en función de un beneficio colectivo y del fortalecimiento institucional de todos los Trabajadores de Venezuela. Desde la Juventud les decimos a los trabajadores del país, que somos uno más en esta lucha reivindicativa y nuestra bandera es el rescate de nuestras instituciones, entre esas la CTV, para darle forma a la Venezuela Libre y de los Venezolanos. El espíritu reivindicativo y progresista es el que transformará el brío de nuestros conciudadanos en mayor calidad de vida y franco desarrollo nacional.


Juventud, Acción y Democracia