miércoles, 17 de febrero de 2016

Crónica de una miserable muerte anunciada

En verdad, la ley es un instrumento que puede ser manejado eficientemente para resguardar los legítimos intereses de la nación, siempre que se trate de un gobierno respaldado por la opinión general del pueblo y apoyado en la fuerza moral de su propia actuación, dirigida a promover el bienestar general, elevando las condiciones de vida del pueblo” -Juan Pablo Pérez Alfonzo.

Esta cita nos conviene en este momento, al tomar en cuenta que el citado, fue precursor del máximo mecanismo de equilibrio industrial mundial en el área petrolera bajo el cual nosotros, el pueblo de Venezuela, nos dimos la oportunidad de tomar las riendas de la industria bajo la cual nos dominaron durante parte del siglo pasado. Pero sobre todo, porque bajo la premisa de este fragmento nos dio muestra de responsabilidad con el futuro del país, cualidad que no existe en quienes hoy nos gobiernan.

Antagónicamente, tras casi dos décadas, los venezolanos nos hemos visto envueltos en un constante enfrentamiento alimentado por un atestado afán vengativo que se escudó en el “antiadequismo”, mientras que con el mismo ritmo se ha levantado la nueva aristocracia roja rojita, siempre desprendida por completo de la población. De hecho, con indiferencia nos conducen al desastre, estamos al borde de una república fallida, estamos en emergencia nacional, como en aquellos días de 1812 frente a los realistas, solo que esta vez le estamos debatiendo el poder al hampa, por tanto, a la criatura que ha adoptado la forma de hampocracia.

Del mismo modo, el manualismo madurista nos continúa gobernando en base a libritos rojos heredados del viejo comunismo sovietizante bajo el cual instauraron con el martillo y la oz la escasez y la necesidad miserable de todos los venezolanos. Nos han traído hasta aquí con bombos y platillos, hasta esta nefasta crisis generalizada, la cual se estableció sobre los cimientos de la inutilidad del discurso retrógrado bolivariano que unas veces socialista, otras nacionalista y otras muchas guerrerista nos han hecho padecer un innumerable desfile de “ismos” que condecoran al ladronismo y a la inmoralidad institucional de la república.

Así pues, a inicios del año nos han declarado de forma unilateral en “Emergencia Económica” insólitamente quienes han provocado esta situación, dicho de otra manera, se abrogaron el hecho y manipulan el Derecho para manejar el desastre y evadir la responsabilidad de solucionar la calamidad que vive el venezolano en el 2016. Vivimos en medio de la terquedad nebulosa del manualismo rojo, si, aquel que todavía piensa que la dinámica del ajedrez soviético sigue vigente; e incluso, nos demuestran una infinita seguridad en que el pueblo es soberanamente pendejo como para seguir pensando que nadie se da cuenta de que los únicos que no están condenados a las humillantes condiciones de vida cotidiana son los miembros del “Comité Político” del partido de gobierno.

Hoy, Venezuela se encuentra en emergencia moral, social, política, institucional y económica. Pero no hace falta analizar a profundidad nuestra miseria, no hace falta ni siquiera apoyarse en la fotografía encuestológica para determinar que los que hoy nos gobiernan bajo el mando de Nicolás Maduro solo están haciendo maromas para sostener su castillo de naipes, definitivamente están negados a aceptar su derrota ante nosotros y ante nuestra historia.

En definitiva, esta es la crónica de una muerte anunciada, somos testigos de una pésima novela en la que el gobierno de la república está en estado vegetativo ante la sociedad. Sin muchos vericuetos, pero con mucha convicción de venezolanidad, esperamos que se agarre el toro por los cachos, como hace 70 años, que con firmeza nos permitamos todos los miserables herederos de esta mal habida pseudorevolución retomar nuestro sendero de democracia, prosperidad y sobre todo de unidad nacional en la que todos los sectores echemos abajo los muros imaginarios para ser capaces de darnos un encuentro con una Venezuela libre y de los venezolanos.

Pensamiento y Acción