martes, 21 de febrero de 2017

Dictadura es dictadura

Popular, libre y autónoma: son palabras que forman parte de una consigna que posee mucha fuerza al sostenerlas a viva voz, sobre todo cuando las fuerzas ajenas a los máximos intereses de las casas de estudio acechan la búsqueda del conocimiento como verdad que vence los dogmas y cercenan la posibilidad de darse el propio gobierno amparados en  los principios de la democracia.

Ahora bien, qué pasa cuando las fuerzas que acechan la libertad, la autonomía y la popularidad no vienen de afuera. Es decir, que al igual que aquellas dictaduras totalitarias aducen el enemigo común y lejano, el perfecto chivo expiatorio. Con lo cual huyen de la responsabilidad necesaria ante una comunidad universitaria que considera que el ejercicio de sus libertades se encuentra protegido en el alma mater.

La libertad parte, en principio, de la propia conciencia de la persona para pensar o para actuar, que sus acciones estén consagradas por el libre albedrío, que le permite ver el mundo según sea buscada la verdad y sin temer coerción de ningún tipo en contra de sí misma o su criterio. Entonces la coerción fundada en la acusación, bajo la relación fascista amigo/enemigo, dentro de la universidad, rompe con el propio precepto de universidad libre.

La autonomía, preciado tesoro que poseemos en nuestras casas de estudios superiores ungidas de paridoras y formadoras de pensamiento y acción para el desarrollo nacional. La autonomía universitaria parte de tres elementos fundamentales que perfeccionan básicamente aquel principio de libertad, a saber, a universidad goza del derecho a establecerse un presupuesto con partida del Estado y con posibilidad de generar recursos propios, en moneda nacional y sujeto a la legislación nacional; el derecho a dictarse sus propios reglamentos para regir la organización interna y facilitar el establecimiento de responsabilidades en los integrantes de la comunidad universitaria, y ser garantes por medio de esos reglamentos de la constitución y las leyes de la República; además, la autonomía nace esencialmente, del derecho a elegir sus propias autoridades, sus representantes de los sectores que dan forma a la comunidad universitaria, dentro de los principios democráticos de alternabilidad, de representación, de libertad e igualdad políticas y, sobre todo, del principio de soberanía, con lo cual se permite entonces la posibilidad de que la universidad sea la luz en medio de tanta oscuridad en Venezuela. 

La universidad popular supera los estigmas del populismo, deben ir las casas de estudios de la mano con el pueblo, entendido como aquella fuerza que está llamada a mantenerse unida y cobijada en el conocimiento que desmantela la mentira y hace que el conocimiento supere las elites ensimismadas para permitir a todos los sectores y clases tener libre acceso al conocimiento generado en la universidad libre y autónoma.

Hoy Venezuela vive una profunda crisis general, la calidad de vida es menguada por una letal combinación de sueldos miserables y corrupción impune. Se vive la dictadura del hampa, mediante la cual se dicta un tácito toque de queda para todo ciudadano que quiera evitar ganarse un número fatal en la ruleta de la impunidad amparada en todo un sistema de antivalores que han quebrado la integridad de la República.

Se debe procurar luchar entre todos, como ciudadanos venezolanistas, en ganarle terreno a esa dictadura, con el conocimiento y la verdad empuñados por la fuerza del espíritu de libertad, igualdad, solidaridad y justicia. En esta lucha todos valen, la coherencia vale aún mas, con la verdad se quiere ganar terreno a la dictadura, debemos combatirla primero en casa, que no se levanten impositores ni usurpadores en nombre de la universidad libre, popular y autónoma.

El alma mater  cumple un papel fundamental en este presente al luchar por sostener la democracia como forma de vida institucional, no se trata de meras simpatías, se trata de hacer frente a toda dictadura que menoscabe nuestra luz propia, nuestra ULA.

Dictadura es dictadura, del color que sea, y es más peligroso un dictador que manipula nuestros principios de universidad libre cando lo asiste la mentira que cuando lo asisten las armas, no porque se deba hacer apología a la lucha armada, sino porque abusa de la buena fe de toda una comunidad universitaria apagando quizás la única luz de justicia que tenemos en este tiempo.

Decía el poeta del pueblo, Andrés Eloy Blanco: "Con la conciencia no se juega, con el ideal no se pacta". La conciencia de universitarios dados a la luz de la libertad llama a luchar por la democracia en esta institución, no hay dictaduras buenas y malas, dictadura es dictadura, el ideal de universidad seguirá vivo mientras haya almas dispuestas a velar por las casas que vencen las sombras, en las cuales, el principio de la Sabiduría comienza con el temor de Dios . 

Abg. Gustavo Sayago
Profesor de Deontología Jurídica en Escuela de Derecho, FACIJUP- ULA

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